Pedagogías saludables, significativas y afectivas [Primer acto]
- Transformación colectiva
- 14 nov 2018
- 4 Min. de lectura
Manuel Morales
Arquitecto, docente, investigador y papá
"Muchos esfuerzos bien intencionados para alentar las nuevas disciplinas naufragan porque los líderes olvidan la primera regla del aprendizaje: la gente aprende lo que necesita aprender, no lo que otros creen que necesita aprender"
-Peter Senge-
"Educar es hacer surgir vivencias del proceso de conocimiento. El producto de la educación debe llevar el nombre de 'experiencias de aprendizaje'... Es preciso, entonces, sustituir la pedagogía de las certezas y de los saberes prefijados por una 'pedagogía de la pregunta', de la complejidad, que trabaje con conceptos transversales, abiertos a la sorpresa y a lo imprevisto"
-Paulo Freire-
Como comunidad académica, aspiramos a vincularnos y relacionarnos respetuosa, responsable y creativamente, en espacios y momentos abiertos, que incluyen a todos y todas las personas que participamos de la Escuela de Arquitectura.
Aspiramos a fomentar una pedagogía para la vida, dignificando en cada detalle e instante la enseñanza-aprendizaje, el ejercicio de la profesión y los impactos de la Arquitectura en todos los niveles.
Tenemos claro que nuestra misión es educar, ayudar a formar profesionales en Arquitectura que sean íntegros/as, sensibles a su entorno y desarrollen múltiples capacidades y destrezas.
La visión con que lo hacemos, sin embargo, es un aspecto aún más complejo y más profundo, que requiere de consenso, convicción y de una voluntad colectiva e involucrada. La imagen de futuro que como comunidad académica podemos construir conjuntamente sobre nuestra Escuela está inherentemente asociada con las lecturas que tenemos del pasado y del presente, con el reconocimiento de los desafíos que encaramos a nivel interno y como sociedad, pero también con los deseos, expectativas y aspiraciones que construyen y transforman paulatinamente nuestra identidad organizacional y colectiva. En este sentido, la diversidad, el reconocimiento de la multiplicidad de criterios, experiencias, saberes y capacidades que enriquecen nuestros espacios, la escucha y la inclusión, el respeto mutuo, el compromiso y el valor para decir y hacer las cosas, forman parte de una ética y estética que consideramos fundamentales.
Aspiramos a promover entornos educativos responsables y afectivos, en donde entre todos y todas cuidemos de los y las otras, cuidemos de nosotros y nosotras mismas, y reconozcamos en todo momento nuestro compromiso con la sociedad, el hábitat y el medio ambiente.
En este espacio, tenemos el deber y el potencial de facilitar experiencias de aprendizaje desde las que se aprecien y se abracen la razón y intuición, la incertidumbre, la emocionalidad y nuestra condición de seres esencialmente relacionales. No podemos entender la pedagogía si no es desde esa fascinante trama de individuos, grupos y vínculos inherentes a todo espacio vital y educativo.
Aspiramos a invitarnos más a pensar sobre lo que se piensa y lo que se hace; estimular la reflexión y la autorreflexión críticas; resignificar nuestros conceptos del aprendizaje y cargarlos de contenido, redefiniendo ideas venidas a menos y lugares comunes, reforzando la pedagogía a través de la incidencia, enfocándola como el mecanismo empoderador que puede llegar a ser: un vehículo de transformación política, social y transpersonal.
Todo aprendizaje debe tener y generar sentido, tanto entre estudiantes como entre docentes. No debemos olvidar que el ser humano aprende de manera integral, no fragmentadamente. Y en esa integralidad, lo emocional y lo afectivo son indivisibles de cualquier empeño. Una pedagogía saludable no puede disasociarse del reconocimiento de las singularidades de las personas aprendientes, y por ende manifiesta flexibilidad, capacidad de adaptación y empatía en toda circunstancia.
Una pedagogía saludable privilegia el diálogo creativo y receptivo en un marco de respeto, solidaridad y legitimación de los y las otras. Esto, entendiendo que la convivencia humana nunca está exenta de conflictos, pero que esos conflictos se descifran y transforman en oportunidades comunes de mejora a través del encuentro, el diálogo y el intercambio intelectual y afectivo.
Nos asumimos como parte de comunidades aprendientes, en las que cada participante comparte en libertad la responsabilidad de ser co-creador/a de sus propios procesos y experiencias de aprendizaje significativo. En este sentido, sostenemos la idea de impulsar una pedagogía más colaborativa, que nos vincule a docentes y estudiantes de maneras más complejas y sistémicas en la cogestión de espacios, tiempos, contenidos y recursos de enseñanza-aprendizaje.
Con ello, aspiramos también a trascender aún más los ámbitos instructivos, en un contexto en el que la información ya está al alcance de todas las personas, y por ende debemos fomentar la reflexión conjunta, el sentido crítico y autocrítico, la investigación-acción participativa y la incidencia, desde una academia cada vez más involucrada, en la cual vemos al mundo como nuestro campus.
Facilitar y mediar para la formación de liderazgos positivos, es una oportunidad que no debemos desperdiciar quienes estamos en la universidad. Para ello, es importante que interioricemos que la educación debe ser un motor, un vehículo y un medio para cambios transformadores, no transaccionales. Podemos sustituir los métodos tradicionales en las aulas por módulos cognitivo-creativos, por espacios-momentos de aprendizaje, creación, pensamiento, diálogo y acción. Y está claro que podemos, además, salir del aula (aunque sea metafóricamente) para permitir y dar lugar a la pulsión y combustión creativa de tantas mentes jóvenes ávidas de liberarse de restricciones innecesarias.
El caso de la Arquitectura es particularmente amplio en términos de posibilidades. Abordamos todo tipo de fenómenos de índole social, cultural, ambiental, económica y espacial, fenómenos humanos a fin de cuentas, y procuramos no ponerles límites a priori, sino dejar que sean los mismos los que vayan orientando los alcances en nuestras indagaciones. Todo esto nos permite a la vez reflexionar acerca de cómo se vinculan o pueden vincular los diversos temas en, desde y con la Arquitectura. Cuando la abordamos desde la experiencia existencial, lo identitario, lo simbólico y lo espacial en tanto esencia e imagen de nuestro estar en el mundo, del habitar, las perspectivas son amplias y se entretejen de maneras muy diversas y complejas. A veces se le teme a la abstracción del ejercicio arquitectónico, que implica en ocasiones invertir (darles la vuelta a) procesos típicos para re-conocer lo que se configura en medio del espacio construido/modificado, y dilucidar nuevas posibilidades a partir de ello. No debemos olvidarnos de lo que emerge y acontece entre las obras de la arquitectura, que es, al fin y al cabo, lo que constituye la matriz o el campo en donde ocurren el contacto, el acto social, la proximidad o la fragmentación.

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