Hacia la experimentación y la innovación material
- Transformación colectiva
- 14 nov 2018
- 3 Min. de lectura
Viviana Paniagua
Arquitecta, docente, investigadora y cruzrojista
Los materiales nos seducen a todos, siempre, aunque no seamos conscientes de ello… desde niños constantemente jugamos con materias básicas, la materialidad está presente en nuestros recuerdos, en cada espacio que conocemos, por el que transitamos, en los que permanecemos, o a los que quisiéramos ir, en nuestra ciudad, tanto en los parajes naturales como en los artificiales.
Constantemente volvemos a retomar materiales de la tierra, los más básicos y puros y a la vez ponemos los ojos en los más innovadores, científicos y tecnológicos, que prometen reivindicar lo obsoleto, dificultades, costos, contaminación. En la arquitectura las decisiones sobre los materiales nacen con las líneas, los trazos, las manchas, los modelos explorativos. La experiencia de encontrarle sentido a las soluciones plasmadas en materiales específicos, es clave en las cualidades espaciales y en la realización del profesional en Arquitectura.
Experimentar es soñar, sentir, probar, examinar la eficacia y propiedades de una cosa, a través de la práctica propia, con los medios disponibles, en tiempo real. Pasando de la idea a la concreción en un elemento, un componente, un sistema o una obra, en todos estos experimentos los materiales son protagonistas clave. Nuestros sentidos e intuición, nos permiten acércanos a entender el comportamiento de los materiales, sus aplicaciones en espacios, en estructuras, en procesos constructivos. Desde cómo se ven y se sienten, al envolvernos, protegernos… Nuestra empatía nos permite ponernos en el lugar de quién habitará el espacio, de quienes lo construyen, mantienen o pagan, de los vecinos y de quienes llegan a descubrirlos buscando una experiencia nueva.
En ese sentido la experimentación de los materiales debería pensarse de forma colectiva y participativa, en la pluralidad y multidisciplinareidad se encuentran mejores soluciones y resultados, Más que final de cuentas la experimentación e innovación, se hace con el fin de encontrar nuevas soluciones para trascender las expectativas propias y para ponerlas a disposición de los demás.
A razón de ello, las mejores experiencias para mí en cuanto a investigación y experimentación han sido colectivas y lúdicas. Colectivas cuando he compartido una idea (pensando que de ella podía aprender) y la cuestionaron, me ayudaron a aclararla, a verla desde otros enfoques, a limitarla. Cuando otra persona me dio una noción de una alternativa y me apropie de esa posibilidad desde mi propia visión. Cuando entiendo que los medios y recursos a mi alcance o de cualquier individuo son limitados, y por ello es clave buscar la ayuda en los demás para solventar etapas específicas y encontrar retroalimentaciones más profundas que las que se hacen individualmente.
El proceso debe verse desde un enfoque lúdico, ya que cuando se formula y se ejecuta un proyecto de investigación sobre innovación de un material, o cuando se dirige o participa en un taller experimental de construcción de estructuras - sea en la universidad, en una comunidad, o en un simposio internacional - la experiencia se asemeja a un juegos de pistas, o a una “trivia” donde hay partes y actores que aún no se sabe cómo calzan. El reto es sacar el mayor provecho de cada uno, aunado al reto de volver los problemas difíciles en ideas sencillas, prácticas, alcanzables pero cuya solución versátil aun así no dejan de fascinarnos.
La experimentación en madera y en bambú, me hacen soñar con retos colectivos, donde los intereses comunes se conviertan en complicidad, en alianzas estratégicas, en dedicación y donde la principal motivación sea el hecho de aportar lo que se pueda y aprender haciendo, estar dispuestos a errar, aprender, solo así se puede innovar. Para terminar un proceso con el fin de haberlo disfrutado y de volver a empezar nuevos proyectos con las experiencias adquiridas.
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