Corolario: La Escuela, nuestro "teatro mágico" [Tercer acto]
- Transformación colectiva
- 14 nov 2018
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Manuel Morales
Arquitecto, docente, investigador y papá
En "El Lobo Estepario" de Herman Hesse, el protagonista Harry Haller expresa: "los seres humanos son un mundo multifacético, una constelación celeste, un caos de formas, de estados y de fases, de herencias y de posibilidades". Steven Covey se refiere al "Teatro Mágico" de la novela de Hesse maravillosamente, describiéndolo como un lugar al que para entrar "es necesario cambiar de paradigma". La analogía remite, más que a un lugar, a un espacio, un momento de encuentro entre personas en donde la sinergia y la creatividad abren camino a ideas nuevas. Es un acto de escucha con empatía, en el que "al igual que las notas musicales, las personas (sinérgicas) no pierden identidad, sino que combinan sus capacidades con las de otros para producir un resultado mucho mayor que cualquier otra cosa que pudieran lograr por separado".
Clayton Christensen, pensador sobre sinergia e innovación, afirma que "las grandes ideas siempre resultan perturbadoras. Tienen a aparecer en los límites, en donde se da una interacción provechosa entre puntos de vista diferentes y asociaciones estrambóticas. No aparecen en el pensamiento convencional y homogéneo prevalente en la mayoría de los despachos".
El precio de admisión para el teatro de Hesse es: "su mente". Uno se cuestiona con frecuencia si podríamos convertir nuestros ámbitos educativos en teatros mágicos, en donde haya espacio para ideas inéditas, sin miedo al cambio y a la libertad, ni al error, la incertidumbre, el fracaso y lo desconocido. Un espacio en donde no sólo se permita, sino que se incentive, reformularnos y cuestionar todas las respuestas y, más aún, las preguntas mismas desde las que han sido generadas…

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