El pisapapel

José Alí Porras Salazar

Carné 932969

A mediados de los noventa el curso de Geometría Descriptiva en ARQUIS lo daba MB. Si todavía lo sigue dando, no me alegro por ustedes (son varas, MB es súper buena nota y un gran colega). La entrega final del curso consistía en diseñar y chorrear en resina una pequeña escultura inspirada en una canción. Yo escogí Wild World de Cat Stevens... pero hoy recomendaría un reguetón, porque como esa carajada no suena a nada, debe salir algo mucho más fácil de hacer.

En ese tiempo todavía dibujábamos todo a mano y construir aquel objeto costaba muchísimo. Hacer el molde que tenía unos 15 cm de alto tomaba días de días y a muchos nos tomó hasta dos y tres semestres... solo para que al final el catalizador que permitía que la resina se endureciera estuviera defectuoso y se tuviera que comenzar de cero otra vez. Era en esos momentos que yo me acordaba hasta del perro del pobre MB...

El molde se hacía con el acetato celeste de las radiografías viejas. Así que casi siempre nuestras historias comenzaban en el hospital San Juan de Dios y, después de palmarla tanto y de tanto exponerse a aquellos vapores, finalizaban en el mismo lugar.

La cosa es que yo había pasado varios días sin dormir tratando de completar el proyecto ése y terminé de chorrear justo el día antes de la entrega, bien entrada la noche. Con poquísimas horas de sueño (como les encanta a los profesores de arquitectura que uno llegue a clases) agarré el bus de la Periférica que ese día para variar, en lugar de las 7:30 a.m. pasó después de las 8 (ojo COSEVI, que Periférica y puntualidad no conviven en el mismo universo).

Venía hasta el alma, pero por la hora, no me quedó otra que subirme en aquella lata ruidosa y contaminadora. Así que después de pagar mi pasaje me metí por la puerta de atrás (práctica que despertaba la sonrisa de los choferes) y me apreté lo mejor que pude entre el gentío.

Pero entre la apretazón y aquellas ventanas que nunca abrían, los olores de mi recién chorreada escultura comenzaron a tomar vida propia. Desde la bolsa plástica de Pali en que yo la había enfundado, comenzó a escaparse una hediondez que rápidamente se mezcló con los perjúmenes que soltábamos todos aquellos cuerpos sudorosos, que irradiados por el sol tropical de la mañana, le ponían una dura prueba a la eficacia de los jabones Des-o-Tres, los desodorantes Old Spice y las colonias Ronin de la época.

En esos tiempos vivía en Los Sauces (100 al sur del abastecedor), pero ya para Zapote el ambiente dentro del bus era insoportable. La gente a mi alrededor se quejaba y volvía a ver mi bolsa, al principio de reojo pero después como con deseo... como con un profundo deseo de tirarla por la ventana y yo, al ver mi trabajo de meses en peligro, me aferraba a ella como si fuera el Doctorcillo Chapatín.

Al dar la vuelta en el cementerio de San Pedro mi bolsa se había vuelto el blanco de todas las acusaciones y no más pasar por la iglesia una señora se inspiró y comenzó a sermonearme:

¡Ay mijito! vea cómo tiene los ojos de rojos, tan joven, tan lleno de vida ¿Por qué le hace eso a sus papás?...

Yo tenía ganas de mandarla por la vía rápida, 208 bis, a los infiernos, pero en aquel momento con una cara de perro solo atiné a decirle:

Mire señora, porque mis tatas necesitaban un p$&@ pisapapeles y al infeliz de MB se les ocurrió complacerlos.

FIN

¡No! todavía no es el fin.

Nota (1) a mis ex estudiantes: si yo soy el MB de alguna historia de alegrías y frustraciones parecidas y no me guarda mucho rencor, cuéntemela, lo más seguro es que nos terminaremos riendo juntos y me ayudará a perpetuar lo que se hace bien y a comenzar a despachar lo que se ha hecho mal.

Nota (2): Después de aquel episodio, oír Wild World nunca volvió a ser lo mismo. Lo siento por Cat Stevens.

Nota (3) aclaración por aquello: Ni Palí, Des-o-Tres, Old Spice o Ronin financian la campaña de Zuhra. Ya quisiera ella, pero no.

Ahora sí:

FIN